En números anteriores hemos tratado de explicar cómo funcionan esos «mercados financieros» de los que tanto se habla para justificar las medidas de recorte que padecemos. Hemos hablado también de por qué presionan al gobierno para que haga esos recortes. Hoy trataremos de explicar la relación entre la señora María, la empresa Repsol y la llegada de inmigrantes.
La señora María es, por supuesto, una señora imagi-naria que podría ser cualquier vecino o vecina de nues-tra ciudad. Es una persona con unos «ahorrillos» que piensa que puede conseguir que esos dineros (quizás una herencia recibida, quizás los ahorros de su vida, unos beneficios de compra-venta de pisos...) le pueden dar buenos intereses si los coloca en un buen lugar.
Varios bancos le ofrecen interesantes inversiones. Al final opta por una sucursal de su calle que le promete unos intereses anuales muy por encima de la inflación. Invertirá en un «fondo de inversión». Ese fondo de inversión es un lote de acciones de diferentes empresas que el banco en cuestión combina como una especie de «macedonia de acciones». Hay fondos con más riesgo (empresas que pueden subir mucho pero también bajar mucho) y fondos con menos riesgo (no subirán mucho pero es bastante seguro que no bajen). La señora María opta por seguir el consejo de su banco y pone una buena cantidad de dinero en un fondo de inversión que incluye acciones de la empresa REPSOL. Ella espera que al final del año sus ahorrillos sean un poco más grandes.
El banco utiliza los fondos de la señora María y de otras muchas señoras María de la ciudad, los junta con los fondos de clientes mucho más potentes y enco-mienda a especialistas que se encarguen de colocar todo ese dinero en los mercados, en la Bolsa. Por supuesto, el banco espera conseguir unos beneficios suficientes como para contentar a la señora María y para ganar una cantidad extra para el banco.
Hasta ahí todo normal. Pero...
Repsol anuncia que ha encontrado una bolsa enorme de petróleo bajo las aguas de la costa que está frente a un país africano. Como es de suponer, las acciones de la empresa Repsol suben su cotización inmediatamente. Los fondos de inversión, que contienen valores de Repsol, suben de valor. Quien quiera comprar acciones de Repsol tendrá que pagar un precio más alto. El banco le anuncia a la señora María que sus acciones han subido, sus ahorros son ahora mas grandes que cuando los llevó al banco de su calle. La señora María está feliz. El banco está feliz. Los inversores están felices. Los accionistas de Repsol están más felices todavía. Los miembros del consejo de administración de Repsol son más ricos y sus directivos van a cobrar unas primas más grandes que el sueldo de varios años de la mayoría de los trabajadores asalariados del país. Pero...
El petróleo está en la costa de un país africano. ¿Están contentos los ciudadanos de ese país?. Pues la verdad es que la mayoría de ellos ni se van a enterar. Repsol ha hecho una negociación con el gobierno local. Les han dicho que Repsol haría las prospecciones petrolíferas y que, si encontraban petróleo, Repsol tendría los derechos de explotación del nuevo yacimiento, con los costes en maquinaria, tecnología, especialistas etc y pasaría al gobierno local una «jugosa comisión». El gobierno ha aceptado. A partir del éxito en la búsqueda recibirán una cuantiosa cantidad de dólares en concepto de «derechos de explotación». ¿Entonces también los ciudadanos de ese país estarán felices? Pues no crean, la mayoría de los gobiernos africanos no suelen revertir estos beneficios en sus pueblos. En muchísimas ocasiones esos millones de dólares acaban volviendo a los mercados financieros a través de paraísos fiscales en los que miembros corruptos de gobiernos del tercer mundo colocan el dinero de Repsol y otras empresas occidentales que explotan sus recursos naturales. Así que ese dinero no acaba en escuelas, hospitales e infraestructuras que mejoren la economía y generen puestos de trabajo. Acaban en los mercados comprando acciones (por qué no de Repsol) para alegría y beneficio de los mercados, de la señora María, del banco y del empleado de la sucursal de la calle de la señora María.
A los ciudadanos de ese país occidente les enviará ONG’s con voluntarios admirables para que pongan escuelas prefabricadas y hospitales muy limitados. Esas ONG’s se financiarán con aportes de las señoras María y subvenciones del Gobierno que habrá recaudado de empresas como Repsol una cantidad bastante mayor en concepto de impuestos. Muchos de esos voluntarios pertenecerán a la Iglesia Católica, una potencia financiera internacional que obtiene inmensos beneficios en los mercados financieros colocando sabiamente sus enormes reservas de dinero.
Así que muchos ciudadanos de ese país africano, especialmente los jóvenes, que ven a través de las televisiones la forma de vida occidental, deciden que merece la pena jugarse la vida para ser un paria perseguido en Europa antes que el obrero pobre y sin servicios en su país tercermundista. Y se viene a Europa. Aquí sufrirá controles, represión, marginación... Pero espera tener la oportunidad, para él o para sus hijos, de llegar algún día a ser como la señora María, una señora de bien, que no es en absoluto responsable de lo que sucede en el mundo y que solo quiere que sus ahorros le produzcan unos intereses por encima del IPC.
A. Baraca
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sábado, 12 de febrero de 2011
El funcionamiento de los mercados (3):«La señora María, Repsol y la llegada de inmigrantes»
Publicado por
Javier Alegría
en
22:30
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