Periódico "El Raval"

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sábado, 12 de febrero de 2011

Incompatibilidades

Cuando ya nos habíamos acostumbrado a ver al ex-presidente Aznar «haciendo caja» a base de conferencias en las que, en general, la imagen de España quedaba en entredicho. Cuando ya estábamos informados de su fichaje para el consejo de administración de una importante empresa nacional de energía -un sector estratégico- y casi habíamos olvidado que su apoyo a Bush en la guerra de Irak se relacionó con cargos posteriores en empresas norteamericanas con importantes intereses en la guerra, nos anuncian que el ex-presidente González ha entrado a formar parte del consejo de administarción de otra importante empresa energética. Dos ex-presidentes, dos consejos de administración del sector de la energía. Los sueldos, astronómicos.
La cuestión es ¿Qué están comprando esas empresas a tan alto precio?. Es evidente que están comprando sus contactos, sus influencias, las puertas que pueden abrir, los polítcios a los que pueden convencer... Es decir, un patrimonio, unas posibilidades, unos contactos que solo están en manos de quienes han tenido acceso a información privilegiada en razón de su cargo público.
Este uso personal de unos privilegios derivados de su función pública plantea una cuestión ética que no está bien definida en nuestro ordenamiento jurídico. Pero el ejemplo de Aznar y González hace aparecer una cuestión aún más preocupante y de más transcendencia: ¿Qué impedirá, a partir de estos ejemplos, que futuros presidentes de Gobierno «preparen» su propio «retiro de lujo» tomando decisiones que favorezcan a unas determinadas empresas? ¿Cómo sabremos que una decisión tomada es en beneficio del país y no en beneficio de intereses que más tarde sabrán corresponderle?
Aznar y González, González y Aznar, con sus retiros dorados, han puesto a España en situación de planteaerse una actualización de la ley de incompatibilidades que prevea para cargos tan sobresalientes una especie de «pase a la reserva», con ubicaciones en el organigrama del estado pero imcompatible con la aceptación de tareas y remuneraciones al servicio de los intereses privados. No discutiremos aquí el sueldo para ese «pase a la reserva», pero sí nos parece evidente la necesidad de regular de forma inequívoca el futuro de quien llegue a la presidencia del gobierno. La naturaleza de su responsabilidad debería estar alejada de toda sombra de sospecha.

Elecciones internas PSC ¿En bandeja para la oposición?

El PSC de Barcelona ha decidido hacer, a poco más de tres meses vista de las elecciones municipales, unas elecciones internas. Por lo visto, las encuestas no les son muy favorables y los resultados de las elecciones autonómicas de noviembre pasado arrojaron un resultado más que preocupante para los socialistas de Barcelona.
Si lo que se comenta es cierto, el alcalde Hereu cuenta con el apoyo del aparato del partido en la ciudad, es decir, de los militantes de las agrupaciones de base de los distritos. Pero hay muchos socialistas fuera de esta estructura de base que no ven claro que el modelo de Hereu pueda tener continuidad. Estos «otros socialistas» están hace algún tiempo convencidos de que se necesita un cambio y han presionado hasta conseguir que Montserrat Tura dé un paso al fente y se presente como candidata de la alternativa.
No entraremos a comentar si es mejor para el PSC que gane Hereu o que gane Tura. Eso es cosa interna del PSC y ya decidirán los votantes socialistas con qué carta se quedan. Lo que sí podemos comentar es lo curioso de la situación en la que el PSC se ha metido solito.
Si lo que se dice es cierto (siempre hay que poner un poco en duda lo que se dice de las cuestiones internas de los partidos) y a Hereu le apoyan los militantes de base y a Tura los socialistas no encuadrados en las agrupaciones de base, la cuestión será cómo va a resultar todo eso en las próximas municipales. Porque si en las internas gana Hereu la oposición solo tendrá que argumentar algo así como «fíjense lo mal que está haciendo Hereu las cosas que hasta los propios socialistas querían apartarlo». Si gana Tura es lícito pensar que, llegada la campaña, esos militantes socialistas de base que se oponen a que sea la candidata, tendrán un poquito menos de entusiasmo en el apoyo a su nueva líder, por no hablar de los temores de cambios que puede suponer su victoria.
En fin, todo demòcrata saluda la celebración de elecciones internas en los partidos. Ojalá todos las hicieran. Pero si no se hacen de forma ordinaria es lógico que su convocatoria sea interpretada como una manifestación de crisis interna. Quizás deberían pensar en convocarlas de forma ordinaria en una fecha menos «comprometida», por ejemplo cada cuatro años, a dos de unas municipales pasadas y a otros dos de unas venideras.

El funcionamiento de los mercados (3):«La señora María, Repsol y la llegada de inmigrantes»

En números anteriores hemos tratado de explicar cómo funcionan esos «mercados financieros» de los que tanto se habla para justificar las medidas de recorte que padecemos. Hemos hablado también de por qué presionan al gobierno para que haga esos recortes. Hoy trataremos de explicar la relación entre la señora María, la empresa Repsol y la llegada de inmigrantes.
La señora María es, por supuesto, una señora imagi-naria que podría ser cualquier vecino o vecina de nues-tra ciudad. Es una persona con unos «ahorrillos» que piensa que puede conseguir que esos dineros (quizás una herencia recibida, quizás los ahorros de su vida, unos beneficios de compra-venta de pisos...) le pueden dar buenos intereses si los coloca en un buen lugar.
Varios bancos le ofrecen interesantes inversiones. Al final opta por una sucursal de su calle que le promete unos intereses anuales muy por encima de la inflación. Invertirá en un «fondo de inversión». Ese fondo de inversión es un lote de acciones de diferentes empresas que el banco en cuestión combina como una especie de «macedonia de acciones». Hay fondos con más riesgo (empresas que pueden subir mucho pero también bajar mucho) y fondos con menos riesgo (no subirán mucho pero es bastante seguro que no bajen). La señora María opta por seguir el consejo de su banco y pone una buena cantidad de dinero en un fondo de inversión que incluye acciones de la empresa REPSOL. Ella espera que al final del año sus ahorrillos sean un poco más grandes.
El banco utiliza los fondos de la señora María y de otras muchas señoras María de la ciudad, los junta con los fondos de clientes mucho más potentes y enco-mienda a especialistas que se encarguen de colocar todo ese dinero en los mercados, en la Bolsa. Por supuesto, el banco espera conseguir unos beneficios suficientes como para contentar a la señora María y para ganar una cantidad extra para el banco.
Hasta ahí todo normal. Pero...
Repsol anuncia que ha encontrado una bolsa enorme de petróleo bajo las aguas de la costa que está frente a un país africano. Como es de suponer, las acciones de la empresa Repsol suben su cotización inmediatamente. Los fondos de inversión, que contienen valores de Repsol, suben de valor. Quien quiera comprar acciones de Repsol tendrá que pagar un precio más alto. El banco le anuncia a la señora María que sus acciones han subido, sus ahorros son ahora mas grandes que cuando los llevó al banco de su calle. La señora María está feliz. El banco está feliz. Los inversores están felices. Los accionistas de Repsol están más felices todavía. Los miembros del consejo de administración de Repsol son más ricos y sus directivos van a cobrar unas primas más grandes que el sueldo de varios años de la mayoría de los trabajadores asalariados del país. Pero...
El petróleo está en la costa de un país africano. ¿Están contentos los ciudadanos de ese país?. Pues la verdad es que la mayoría de ellos ni se van a enterar. Repsol ha hecho una negociación con el gobierno local. Les han dicho que Repsol haría las prospecciones petrolíferas y que, si encontraban petróleo, Repsol tendría los derechos de explotación del nuevo yacimiento, con los costes en maquinaria, tecnología, especialistas etc y pasaría al gobierno local una «jugosa comisión». El gobierno ha aceptado. A partir del éxito en la búsqueda recibirán una cuantiosa cantidad de dólares en concepto de «derechos de explotación». ¿Entonces también los ciudadanos de ese país estarán felices? Pues no crean, la mayoría de los gobiernos africanos no suelen revertir estos beneficios en sus pueblos. En muchísimas ocasiones esos millones de dólares acaban volviendo a los mercados financieros a través de paraísos fiscales en los que miembros corruptos de gobiernos del tercer mundo colocan el dinero de Repsol y otras empresas occidentales que explotan sus recursos naturales. Así que ese dinero no acaba en escuelas, hospitales e infraestructuras que mejoren la economía y generen puestos de trabajo. Acaban en los mercados comprando acciones (por qué no de Repsol) para alegría y beneficio de los mercados, de la señora María, del banco y del empleado de la sucursal de la calle de la señora María.
A los ciudadanos de ese país occidente les enviará ONG’s con voluntarios admirables para que pongan escuelas prefabricadas y hospitales muy limitados. Esas ONG’s se financiarán con aportes de las señoras María y subvenciones del Gobierno que habrá recaudado de empresas como Repsol una cantidad bastante mayor en concepto de impuestos. Muchos de esos voluntarios pertenecerán a la Iglesia Católica, una potencia financiera internacional que obtiene inmensos beneficios en los mercados financieros colocando sabiamente sus enormes reservas de dinero.
Así que muchos ciudadanos de ese país africano, especialmente los jóvenes, que ven a través de las televisiones la forma de vida occidental, deciden que merece la pena jugarse la vida para ser un paria perseguido en Europa antes que el obrero pobre y sin servicios en su país tercermundista. Y se viene a Europa. Aquí sufrirá controles, represión, marginación... Pero espera tener la oportunidad, para él o para sus hijos, de llegar algún día a ser como la señora María, una señora de bien, que no es en absoluto responsable de lo que sucede en el mundo y que solo quiere que sus ahorros le produzcan unos intereses por encima del IPC.
A. Baraca