Este ejemplar que tiene en sus manos es el que hace el núemro 200 de nuestro periódico. Son por tanto 200 meses desde que en Abril de 1994 salimos a la calle. Momento oportuno para hacer un repaso de lo que han sido estos casi diecisiete años de información, opinión y compromiso con el barrio del Raval.
La Barcelona que saltaba de júbilo junto a su alcalde Maragall tras la concesión de los JJOO tenía bajo su alfombra una realidad dolorosa. Un barrio al que, paradojas de la vida, los medios de comunicación trataban con un cariño especial: hablaban del barrio «canalla», de «la magia de las Ramblas», de sus callejones oscuros, de sus locales cutres...y lo hacían de forma que pareciera un valor a preservar, una especie de último reducto de los valores de la vida bohemia y transgresora. Pero la realidad era que el Raval de los años 80 era un guetho de pobreza y marginalidad, con más de una veintena de calles en las que centenares de prostitutas seguían atendiendo las demandas «portuarias» de décadas anteriores. Un barrio habitado por una población de un nivel educativo muy por debajo de la media de la ciudad, un barrio urbanísticamente anticuado, en el que la mayoría de las viviendas suspendería cualquier evaluación de habitabilidad. Un barrio de dentaduras podridas, de hogares desestructurados, de niños desatendidos...
Aquella Barcelona preolímpica no podía permitirse un barrio como el Raval en pleno centro de la ciudad. El análisis de los expertos no dejaba dudas acerca de lo que resultaba procedente. Era necesario tratarlo como a un enfermo de cáncer: cirugía y quimioterapia.
La cirugía se llamó PERI. Un plan integral de reforma urbanística que consistía en abrir espacios centrales amplios extirpando manzanas enteras de viviendas. «Que llegue la luz donde ahora hay intrincados callejones que impiden que la luz del sol llegue al suelo, que se abran espacios amplios que permitan la relación vecinal, la celebración de actos y de fiestas»...
La quimioterapia era la instalación de equipamientos culturales de primer orden (Macba, CCCB, Filmoteca, etc, etc.) Con ellos el barrio iniciaría un proceso de transformación a medio plazo, atraería artistas, estudiantes, profesores, nuevos profesionales, nuevo comercio, nuevos vecinos y poco a poco un nuevo modelo de convivencia.
La aplicación del «tratamiento» fue saludada por los medios de comunicación con cierta indiferencia. Cuando en abril de 1994 nació el periódico «El Raval» los medios de comunicación tradicionales todavía gozaban con la Barcelona Olímpica y se «entretenían» con los casos de corrupción que habrían de acabar con los gobiernos de Felipe Gonzalez. El Raval no tenía focos.
Pero justamente en esos momentos los focos eran más necesarios que nunca. Porque los primeros pasos del PERI fueron dados por una empresa llamada PROCIVESA que, ante la pasiva (y quien sabe si algo peor) complacencia de quienes debían defender a los vecinos, se dedicó a cometer todo tipo de tropelías e irregualridades. Los casos de abusos se multiplicaron en las expropiaciones; las contratas de derribos y las adjudicaciones de obras se hacían en medio de una opacidad sospechosa y los plazos y los compromisos con los vecinos se inclumplían casi por sistema...todo o casi todo se hacía mal.
«El Raval» nació contracorriente. Mientras los grandes medios seguían con su vieja canción del barrio chino y saludaban las obras sin el más mínimo espíritu crítico como una expresión más de la transformación de la nueva Barcelona postolímpica, nuestro periódico denunciaba los despropósitos del PERI y luchaba contra los nostálgicos del «barrio canalla» reivindicando la necesidad de un nuevo Raval que no debía nacer en una cuna de abusos, irregularidades e incumplimientos. Finalmente PROCIVESA fue apartada para ser sustituida por Foment de Ciutat Vella que continuó la labor del PERI corrigiendo aquel rumbo inaceptable de la empresa predecesora.
Y entonces llegó lo inesperado. Cuando todavía las calles estaban llenas de obras, ruídos, polvo; cuando los grandes equipamientos todavía «asustaban» a un vecindario que tras soportar los años de pobreza estaba teniendo que soportar las molestias de las transformaciones y las despedidas de muchos vecinos de toda la vida... el éxito de la marca Barcelona atrajo a millones de turistas a la ciudad y al mismo tiempo llegó la mayor oleada de inmigración internacional de la historia de la ciudad. ¡¡Nadie había previsto eso!!
En los últimos años, mientras la transformación del Raval avanza, cuando los esfuerzos de organismos y entidades tratan de dejar en el pasado aquel «Chino» de sufrimiento, nuestro periódico vuelve a estar contracorriente. Mientras nosotros tratamos de apoyar cuanto de positivo (que es mucho) hay en este laborioso proceso de mejora, los grandes medios se dedican a subrayar, cada vez de una forma más interesada, aquellos aspectos negativos que puedan dar la impresión de estancamiento o retroceso.
Allá cada cual con sus responsabilidades. Nosotros nos reafirmamos en nuestra línea: seguiremos apoyando los esfuerzos de mejora, seguiremos dando espacio a las entidades, seguiremos informando de cuanto de positivo se haga y seguiremos criticando a los voceros del morbo. En fin. Así somos.
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