Periódico "El Raval"

Cada mes sale a la calle el periódico "El Raval" con información de lo que puede interesar a quienes viven y trabajan en el barrio del Raval.
Para ver el periódico "El Raval" cómodamente, clica sobre el ejemplar que ves abajo. Se ampliará a toda la pantalla.
Podrás pasar las páginas y en la parte superior podrás ver los controles para ampliar, arrastrar, etc.
Además del periódico, en este blog encontrarás algunos contenidos que quizás puedan interesarte también.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

CURA PARA EL CÁNCER?

Científicos de la Universidad de Alberta, en Canadá, aseguran haber descubierto una sustancia que elimina las células afectadas por tumores, pero no consiguen fondos para seguir sus pruebas porque la sustancia que usan no tiene patente.

CIUDAD DE BUENOS AIRES.-Investigadores de la Universidad de Alberta han logrado curar el cáncer utilizando un medicamento llamado dicloroacetato, sin embargo, como esta sustancia no requiere patente y es barata a comparación con los medicamentos usados para combatir el cáncer por las grandes farmacéuticas, está investigación no ha recibido mucho apoyo ni está haciendo eco en los medios.

El Dr. Evangelos Michelakis, profesor de la Universidad de Alberta, probó el dicloroacetato en células humanas y notaron que mata las células de cáncer en los pulmones, en el cerebro y en el pecho, dejando solamente las células sanas. En ratas con severos tumores sus células se encogieron al ser alimentadas con agua con esta sustancia.

El dicloroacetato detona una acción en la mitocondria para que esta acabe de forma natural con el cáncer en las células (tradicionalmente se enfoca en la glucólisis para combatirlo).

El Dr Michelakis manifestó su preocupación de no encontrar fondos para hacer pruebas clínicas con dicloroacetato ya que no representaría fuertes ganancias para inversionistas privados al no estar patentado.

Esto encaja exactamente con lo que dijo el Premio Nobel de Medicina Richard J. Roberts en una entrevista sobre como los fármacos que curan no son rentables y por eso no son desarrollados por las farmacéuticas que en cambio sí desarrollan medicamentos cronificadores que sean consumidos de forma serializada.

La entrevista originalmente fue publicada por el diario español Vanguardia:

¿La investigación se puede planificar?

Si yo fuera ministro de Ciencia, buscaría a gente entusiasta con proyectos interesantes; les daría el dinero justo para que no pudieran hacer nada más que investigar y les dejaría trabajar diez años para sorprendernos.

Parece una buena política.

Se suele creer que, para llegar muy lejos, tienes que apoyar la investigación básica; pero si quieres resultados más inmediatos y rentables, debes apostar por la aplicada…

¿Y no es así?

A menudo, los descubrimientos más rentables se han hecho a partir de preguntas muy básicas. Así nació la gigantesca y billonaria industria biotech estadounidense para la que trabajo.

¿Cómo nació?

La biotecnología surgió cuando gente apasionada se empezó a preguntar si podría clonar genes y empezó a estudiarlos y a intentar purificarlos.

Toda una aventura.

Sí, pero nadie esperaba hacerse rico con esas preguntas. Era difícil obtener fondos para investigar las respuestas hasta que Nixon lanzó la guerra contra el cáncer en 1971.

¿Fue científicamente productiva?

Permitió, con una enorme cantidad de fondos públicos, mucha investigación, como la mía, que no servía directamente contra el cáncer, pero fue útil para entender los mecanismos que permiten la vida.

¿Qué descubrió usted?

Phillip Allen Sharp y yo fuimos premiados por el descubrimiento de los intrones en el ADN eucariótico y el mecanismo de gen splicing (empalme de genes).

¿Para qué sirvió?

Ese descubrimiento permitió entender cómo funciona el ADN y, sin embargo, sólo tiene una relación indirecta con el cáncer.

¿Qué modelo de investigación le parece más eficaz, el estadounidense o el europeo?

Es obvio que el estadounidense, en el que toma parte activa el capital privado, es mucho más eficiente. Tómese por ejemplo el espectacular avance de la industria informática, donde es el dinero privado el que financia la investigación básica y aplicada, pero respecto a la industria de la salud… Tengo mis reservas.

Le escucho.

La investigación en la salud humana no puede depender tan sólo de su rentabilidad económica. Lo que es bueno para los dividendos de las empresas no siempre es bueno para las personas.

Explíquese.

La industria farmacéutica quiere servir a los mercados de capital…

Como cualquier otra industria.

Es que no es cualquier otra industria: estamos hablando de nuestra salud y nuestras vidas y las de nuestros hijos y millones de seres humanos.

Pero si son rentables, investigarán mejor.

Si sólo piensas en los beneficios, dejas de preocuparte por servir a los seres humanos.

Por ejemplo…

He comprobado como en algunos casos los investigadores dependientes de fondos privados hubieran descubierto medicinas muy eficaces que hubieran acabado por completo con una enfermedad…

¿Y por qué dejan de investigar?

Porque las farmacéuticas a menudo no están tan interesadas en curarle a usted como en sacarle dinero, así que esa investigación, de repente, es desviada hacia el descubrimiento de medicinas que no curan del todo, sino que cronifican la enfermedad y le hacen experimentar una mejoría que desaparece cuando deja de tomar el medicamento.

Es una grave acusación.

Pues es habitual que las farmacéuticas estén interesadas en líneas de investigación no para curar sino sólo para cronificar dolencias con medicamentos cronificadores mucho más rentables que los que curan del todo y de una vez para siempre. Y no tiene más que seguir el análisis financiero de la industria farmacológica y comprobará lo que digo.

Hay dividendos que matan.

Por eso le decía que la salud no puede ser un mercado más ni puede entenderse tan sólo como un medio para ganar dinero. Y por eso creo que el modelo europeo mixto de capital público y privado es menos fácil que propicie ese tipo de abusos.

¿Un ejemplo de esos abusos?

Se han dejado de investigar antibióticos porque son demasiado efectivos y curaban del todo. Como no se han desarrollado nuevos antibióticos, los microorganismos infecciosos se han vuelto resistentes y hoy la tuberculosis, que en mi niñez había sido derrotada, está resurgiendo y ha matado este año pasado a un millón de personas.

¿No me habla usted del Tercer Mundo?

Ése es otro triste capítulo: apenas se investigan las enfermedades tercermundistas, porque los medicamentos que las combatirían no serían rentables. Pero yo le estoy hablando de nuestro Primer Mundo: la medicina que cura del todo no es rentable y por eso no investigan en ella.

¿Los políticos no intervienen?

No se haga ilusiones: en nuestro sistema, los políticos son meros empleados de los grandes capitales, que invierten lo necesario para que salgan elegidos sus chicos, y si no salen, compran a los que son elegidos.

De todo habrá.

Al capital sólo le interesa multiplicarse. Casi todos los políticos – y sé de lo que hablo- dependen descaradamente de esas multinacionales farmacéuticas que financian sus campañas. Lo demás son palabras…

Richard J. Roberts nació en Derby, Inglaterra, en 1943. Estudió inicialmente Química, posteriormente se traslada a Estados Unidos, donde desarrolla actividad docente en Harvard y en el Cold Spring Harbor Laboratory de Nueva York. Desde 1992 dirige los trabajos de investigación del Biolabs Institute, de Beverly, (Massachusetts).

Obtuvo el Premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1993, compartido con Phillip A. Sharp, por su trabajo sobre los intrones, fragmentos de ADN que no tiene nada que ver con la información genética. Pudieron describir que la información depositada en un gen no estaba dispuesta de forma continua, sino que se encontraba fraccionada.

Los primeros experimentos los realizaron sobre material genético de virus, particularmente de adenovirus.

Ambos llegaron a la conclusión de que el ARN ha tenido que preceder en la evolución al ADN.

LAS MENTIRAS DE LA CRISIS

No es cierto que la crisis económica se deba a que «hemos estado gastando por encima de nuestras posibilidades y ahora debemos pagar». La inmensa mayoría de los españoles no hemos gastado de más, simplemente hemos tratado de salir adelante mientras una minoría se embarcaba en negocios especulativos que los bancos, a los que ahora se rescata con el dinero de todos, alentaban sin pudor y, como se ha visto con el tema de las preferentes, sin aplicarse el más mínimo freno ético.
La crisis se ha producido porque una serie de leyes estadounidenses permitió la creación de auténticas pirámides financieras que, como todas las pirámides, acabó estallando y contaminando las inversiones de millones de personas a nivel internacional. En España, a la crisis financiera se unió a finales de los 90 la aprobación de una Ley del Suelo que desencadenó una fiebre especuladora sin precedentes a la que promotores y banqueros se sumaron de la mano con la complacencia de los principales partidos políticos que encontraban en esa especulación una forma de financiación «extra» para los ayuntamientos. El coste fue el encarecimiento exagerado de los pisos y la consecuencia principal fue que toda una generación de españoles se vió abocada a endeudarse de por vida para poder ejercer un derecho reconocido en la constitución: el acceso a una vivienda digna.
No es cierto que los recortes que se están haciendo sean la única salida a la crisis. Las medidas son totalmente ideológicas. Poco antes de las elecciones autonómicas en Catalunya, el entonces candidato Artur Mas, en un acto en el Raval , a una pregunta concreta relacionada con la seguridad («En algunos países se plica el criterio de que la seguridad debe ser suficiente para todos, mientras en otros se aplica el criterio de que se debe garantizar un mínimo de seguridad para todos y el que quiera una seguridad mayor que se la pague, o dicho de otra forma, si usted gana ¿las empresas privadas de seguridad irán para arriba o será la seguridad general la que se vea reforzada?) contestó: «Sin duda las empresas de seguridad privada irán para arriba y le digo más: también pasará lo mismo en sanidad y educación». Tal respuesta deja bien claro que Artur Mas, antes de ser presidente, ya anunciaba una voluntad política concreta encaminada a potenciar la empresa privada en detrimento de la empresa pública, incluso en sectores tan sensibles como sanidad, educación y seguridad.
Países tan diferentes en tamaño y complicación como USA, Francia e Islandia, están aplicando otras soluciones para la crisis con mucho mejores resultados que el gobierno de Rajoy.
No es cierto que la subida de los medicamentos y el euro por receta se encamine a combatir abusos de los usuarios. Los medicamentos son y han sido recetados por médicos, no fruto del capricho de los consumidores. La subida se hace para obtener ingresos extras a costa de los usuarios de la sanidad en lugar de apretar en las negociaciones a las empresas farmaceúticas. Respecto al déficit de la Seguridad Social, una gran parte del problema está en la gestión nefasta de los hospitales, en los intereses personales de una cúpula médica con intereses en la sanidad privada y en la ideología de quienes gobiernan.
No es cierto que «todos los políticos sean iguales» ni tampoco que no haya alternativas. Esa idea se está extendiendo por el interés económico de las grandes corporaciones que dominan el mundo y que ven desde hace años en los gobiernos democráticos un obstáculo a sus intereses. Los políticos son diferentes unos de otros, los hay honrados y comprometidos y los hay vácuos y corruptos. La idea de que todos son iguales conviene para la desmovilización del pueblo y la permanencia de quienes se muestran «más colaboradores» con el poder económico.
Lo que sí es cierto es que la ciudadanía tiene en su mano la posibilidad de cambiar la dirección de los acontecimientos a través de la presión social y, llegado el momento, el voto. Y que pese a que la minoría dominante controle los medios de comunicación y las finanzas, mientras en el juego social se mantenga la posibildad de elegir a los dirigentes a través del voto, el poder sigue estando en manos de la mayoría. Por tanto, todos y cada uno de nosotros estamos implicados