Periódico "El Raval"

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jueves, 13 de enero de 2011

Por qué los "mercados" imponen recortes sociales en nuestro país

Explicábamos en nuestro número de diciembre que los ahorros de los vecinos de todos los barrios depositados en los bancos y cajas de ahorro se unían al dinero de los grandes inversores multimillonarios para acabar en manos de jóvenes ejecutivos de empresas financieras que, en un mercado similar a una lonja de pescado, en lugar de merluzas y lubinas se compraban lotes de acciones, bonos del tesoro de los estados, etc. Decíamos que la oferta de dinero de esos grandes inversores hacía que luego esos estados debieran devolver unos intereses mayores o menores. Es decir, en el mercado financiero internacional los estados pedían dinero prestado y quienes lo prestaban lo hacían en función del interés que luego los esatdos debían devolver. Si había sospechas fundadas o simples rumores de que un estado determinado tendría más dificultad para devolver el dinero, el interés que se le pedía a ese país era más alto.
Ahora imaginen que les ha tocado la lotería a ustedes y disponen de mucho dinero. Imaginen que tienen dos familiares que les piden dinero porque están pasando apreturas por la crisis. Pongamos 10.000 euros cada uno. Usted se lo presta, pero... Uno de ellos usa su dinero para ampliar su negocio mientras usted se entera de que el otro ha usado su dinero para hacer un viaje, comprarse un bonito vestido y una pantalla de televisión de última generación. ¿Usted qué pensaría? Seguramente que el que invirtió el dinero en ampliar su negocio tendrá más posibilidades de devolverle su préstamo que aquel que lo gastó en viajes y cosas similares. Es posible que usted decida que debe tener una charla con el segundo para explicarle que, aunque es muy libre de usar el dinero como quiera, usted considera que ya que le ha prestado esos 10.000 euros, debería tener un poco de prudencia en sus decisiones económicas. Imagine que tras la charla, un año más tarde, los dos familiares vuelven a pedirle dinero. Seguramente usted esté dispuesto a prestarles de nuevo, pero es posible que le diga al segundo que si lo que quiere es volver a gastárselo en frivolidades, no le prestará.
Eso mismo es lo que hacen los mercados. Aunque los mercados no son familiares. Ellos prestan y fijan un interés. Vale te compro diez mil millones en bonos del tesoro, con ellos podrás hacer inversiones y tapar agujeros en el presupuesto, pero como mis analistas me dicen que en tu país hay una deuda muy grande en hipotecas, como me dicen que los bancos son poco fiables, como tu economía arrastra un grave problema de paro, como en el año anterior tuviste un déficit a fin de año muy grande...etc, te lo compro, pero solo si me pagas un 2% más de interés.
Así que España paga un interés mayor que, por ejemplo, Alemania. Si no paga más, los grandes inversores financieros no les compran los bonos. La diferencia entre lo que tendrá que pagar España por su préstamo y lo que deberá pagar Alemania es lo que se llama «diferencial». El famoso diferencial del que tanto hablan en los telediarios. Ahora mismo la diferencia entre el interés que le cobran a España y el que le cobran a Alemania ronda el 3%. Si multiplican por miles de millones, verán que no es una cantidad despreciable.
Pero los mercados no se quedan ahí. Esos jóvenes de las empresas financieras que actúan en el mercado del dinero, tienen que conseguir el dinero de sus clientes a los que luego darán los beneficios obtenidos por el cobro de intereses (menos un buen pellizco que se quedan ellos, por supuesto). Sus clientes, que son no solo los grandes inversores, sino también los bancos y cajas a los que lleva el dinero la «señora María» porque quiere conseguir un buen interés por sus ahorros, no suelen querer «inversiones arries-gadas». Digamos que prefieren prestar a quien amplía el negocio que a quien compra televisores caros. Así que para conseguir clientes, «los mercados» presionan a quienes piden el dinero para que con ese dinero hagan cosas que les tranquilicen y les den garantías: «Oye, España es muy libre de usar el dinero como decida su gobierno, pero... Si su gobierno no ahorra en gasto, si no reduce las pensiones, si no limita los subsidios, si no amplía la edad de jubilación, etc. no le prestaremos o le prestaremos tan caro que para devolver el dinero deberá hacer esas cosas que le «pido».
Estas son las «presiones de los mercados». Así lo hacen. Por supuesto, los señores que llevan el dinero a esa «lonja de subastas del dinero» no se andan con chiquitas. Ellos no entienden de ideologías, sensibilidades de izquierdas, problemas del trabajador, fomento de la cultura, ayuda a los mayores, etc. etc. Ellos quieren garantías para sus beneficios en las inversiones. Les da igual el color del gobierno o los programas electorales, si quieres dinero esto es lo que hay, lo tomas o lo dejas, pero si lo dejas, la consecuencia será que cerramos el grifo del préstamo y...ya sabes lo que les pasa a las empresas cuando los bancos les cierran el grifo: van a la quiebra.
Zapatero será socialista y Rajoy conservador. Les da igual. Las presiones no tienen que ver con eso, tienen que ver con las garantías de cobro que les ayuden a conseguir inversores que quieren aumentar sus beneficios. Punto. Cómo lidien los gobiernos con sindicatos, empresarios, bancos y demás, no es problema suyo. Si no convencen y hay conflicto, más caro será el préstamo.
En fin, aclarado este tema, el próximo mes les intentaremos explicar qué relación hay entre los ahorros de la «señora María», las acciones de Repsol y la llegada de inmigrantes. ¿Curioso no?

A.Baraca

Constructores de realidad

Cada año, por estas fechas, la mayoría de las personas iniciamos el proceso de cumplimiento de los nuevos planes, proyectos e intenciones que nos hemos propuesto para mejorar nuestra vida en el nuevo año. Es el tiempo del dejar de fumar, de la visita disciplinada a los gimnasios...
Los seres humanos somos constructores de realidades. Tenemos la capacidad para internarnos en los distintos futuros posibles para elegir aquel que más nos conviene o, simplemente, que más nos atrae. Al «visualizar» esa realidad futura podemos elaborar un plan de acción, una serie de acciones sucesivas que pensamos que nos acercarán a esa nueva realidad que nos proponemos como objetivo.
Esta tarea de nuestro psiquismo no es algo extraordinario o limitada a determinadas épocas. Es una tarea cotidiana que realizamos constantemente. Cada día pensamos en lo que tenemos que hacer, muchas noches revisamos lo que nos espera al día siguiente. A menor escala, hacemos pequeños planes rápidos para tareas inmediatas: la lista de la compra, la organización de un trabajo concreto, etc etc. Estamos todo el día visualizando previamente lo que nos proponemos hacer. Es nuestra forma de funcionar. Pero lo que nos interesa en esta ocasión es revisar más detenidadmente los grandes planes, los que hacemos de cuando en cuando con una duración y compeljidad mayores, esos planes a medio y largo plazo.
Los planes a medio y largo plazo son imprescindibles para que las tareas cotidianas que llenan nuestro día a día sean coherentes, tengan un sentido y formen una sucesión que nos aproxime a un objetivo deseado, a una nueva realidad cotidiana que nos parece que será mejor que la que tenemos. Sin ellos, la vida se convierte en una sucesión de tareas sin rumbo que nos acabarán dando la sensación de estar atrapados, esclavos de una rutina que no construye nada, que no nos hace mejorar ni evolucionar. Esta sensación es tremendamente desagradable. Produce sin-sentido, frustración, sensación de vacío y conduce a estados psicológicos caracterizados por el tono bajo. Puede llevar fácilmente a la depresión.
Los seres humanos somos constructores de realidades. No podemos sentirnos bien sin ejercer esa capacidad. Por eso, sobre todo en ciertos momentos, en remansos del río de la vida, en ocasiones como el cambio de año, nos detenemos para fijarnos nuevos objetivos, elaborar un plan, pensar en los pasos intermedios que a modo de mojones en la carretera nos indiquen que vamos en la dirección correcta.
Algunas veces, las circunstancias de la vida nos hacen sentir que no podemos hacer nada para cambiar nuestro camino, que estamos atrapados en una vía férrea sin posibilidad de desvíos, o peor aún, que estamos estancados, detenidos sin avanzar en ninguna dirección. Pero es falso. Somos constructores y nada puede impedirnos construir. Esas sensaciones de incapacidad son solo eso, sensaciones. Es preciso salir de ese estado psicoló-gico, encontrar la manera de elaborar proyectos atractivos, poner en funcionamiento nuestro arsenal de libertad.
A veces esta cuestión puede resultar complicada. A veces necesitamos la perspectiva de alguien que no esté afectado por nuestros condicionantes personales. Pero algo es seguro: se puede salir de ahí.
Maria Jose Hernando. Psicóloga.
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