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martes, 10 de enero de 2012

COMIENZA EL AÑO QUE TODOS TEMEN...

Comienza el año con los peores augurios en materia económica. El Banco de España, la UE, los estudios de diversas instituciones financieras, las previsiones del Gobierno y la percepción de los ciudadanos coinciden: el año que acaba de arrancar será aún peor que el que hemos dejado atrás. Y ya es decir.
Resulta complicado encontrar en la economía del país una zona libre de amenazas. De todas ellas, la que mayor preocupación provoca es, sin duda, la de la cifra de parados. Y no solo porque estadísticamente un porcentaje por encima del 20% esté mostrando el síntoma de una estructura económica con importantes carencias y desajustes, sino porque tras las estadísticas se van acumulando dramas personales que cuesta imaginar. Cada día que pasa el problema se agrava porque cada día que pasa se acaban los plazos de las prestaciones por desempleo para más personas. La crisis ya cumple tres años y ese plazo es mayor que el plazo de la cobertura para quienes pierden su trabajo. Si combinamos esta realidad con la que nos informa del aumento del número de hogares en los que no hay ningún miembro trabajando, el resultado es un colectivo de parados que no solo sigue creciendo en número sino que está formado por personas que cada día deben afrontar situaciones más precarias.
El colectivo de parados proyecta sobre el resto de la sociedad una amenaza evidente. Los que tienen un salario temen que en cualquier momento las cosas puedan torcerse. Los autónomos y comerciantes luchan contra la crisis como si navegaran en pequeñas barcas en medio de una gran tormenta. Los estudiantes ven cerrado su futuro cuando observan un mercado de trabajo tan penoso esperando a que acaben sus estudios. De esta forma, el temor se expande amenazador agravando con intangibles una situacion ya de por sí difícil.
En este caldo de cultivo, los sindicatos se encuentran en situación de debilidad negociadora. Sueldos congelados y convenios a la baja son el resultado. Con las cosas como están, la mayoría de los trabajadores considera como un mal menor la pérdida del poder adquisitivo. Pero perder poder adquisitivo no ayuda a la recuperación del consumo y en un sistema capitalista, sin consumo no puede haber reactivación. Si a eso añadimos la mentalidad «recortadora» que ha dominado la visión de nuestros gobernantes, nos encontramos con que tampoco podemos esperar de la inversión pública un empuje en la dirección deseada.
Estamos pues en una difícil encrucijada. La crisis no parece acercarse a su final sino más bien a una nueva etapa aún más traumática. Sería el tiempo de los sabios. Pero hace mucho que los sabios se dividieron en dos grupos: uno de ellos trabaja al servicio de intereses empresariales y financieros que poco tienen que ver con el bien común, el otro, simple y llanamente es silenciado.
Confiemos en que, al menos, no se llegue al tiempo de los «salvadores». La historia nos enseña que cuando se somete al pueblo a situaciones de extremo sufrimiento, aparecen voces que reclaman la mano dura de hombres fuertes que «pongan orden». Y esos hombres siempre acaban aplastando la libertad y generando situaciones que los pueblos tienen que remediar con enormes sufrimientos.
Justicia
Habló el rey de justicia y todos le aplaudieron. Pues en este año merece un apartado el tema de la justicia. Como sal en las heridas, en lo peor de la crisis asistiremos a varios procesos judiciales en los que se reavivará la afrenta que para todos suponen las prácticas indecentes de quienes se han lucrado de forma delictiva y sinvergüenza. Urdangarines y Camps, banqueros y políticos, especuladores y ladrones de guante blanco, que han saqueado las arcas públicas mediante compadreos sonrientes en ámbitos sociales de distinto nivel. Pero además de los juicios, deberemos seguir aguantando a mafiosos que inauguran aeropuertos para peatones y alardean de premios en loterías y asumiendo que los impresentables banqueros de sueldos escandalosos y prácticas poco éticas sigan colaborando con todos esos ladrones en la fuga de capitales hacia paraísos fiscales mientras se deja en la calle a familias pobres porque no pueden hacer frente a sus hipotecas. Entonces nos acordaremos de las palabras del rey y de los aplausos de los cortesanos... y se nos revolverán las tripas. Vaya añito este 2012.

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